top of page
Logo-NAACI.jpg
Cabeza-NAACI.jpg

Santiago Outón de la Garza

Santiago-O.jpg

Filósofo por la Universidad Iberoamericana. Director de Desarrollo Académico en Big Thinkers. Ha sido Académico de la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras, la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia y la Facultad de Ciencias. Fue Miembro Fundador del Programa Universitario de Bioética y cocreador y docente del Diplomado de Bioética de la UNAM. Miembro fundador del Seminario de Investigación de Ética y Bioética de la misma universidad. Formador de formadores en el programa de Filosofía para Niños y Jóvenes. Desde hace quince años se ha dedicado a la filosofía de la educación y a la bioética. Ha participado en múltiples foros internacionales y nacionales sobre ética y animales así como del medio ambiente y la educación ética y moral, que junto a la fundamentación de la bioética y la enseñanza de la filosofía son sus principales líneas de investigación. Cuenta además con diversas publicaciones tanto en libros como en revistas especializadas así como cuentos filosóficos para desarrollo de pensamiento de nivel superior y formación de valores.

Cuidado y compasión en la educación para la paz

Los seres humanos somos  una unidad: mente y cuerpo, razón y emoción y así la empatía para con los otros humanos debería darse por supuesta. La realidad es que se pierde fácilmente porque no tenemos la voluntad de escuchar las voces diferentes en una escucha amorosa, que recoja esas voces para comprender.  Para Carol  Gilligan sacar a la luz el valor del cuidado y la empatía “es la liberación más radical de la historia de la humanidad”. Cuando no se dan el cuidado y la empatía se produce lo que ella llama “daño moral”, esto es, la destrucción de la confianza y la capacidad de amar . Por ello es preciso que en nuestras sociedades el cuidado complemente a la justicia

De acuerdo con Franz de Waal, reconocido primatólogo, la empatía es una parte muy antigua de nuestra historia evolutiva y, de hecho, jugó un importante papel en nuestra supervivencia.

Por otra parte, el neurobiólogo Antonio Damásio, autor de “El error de Descartes” afirma que nuestros sistemas nerviosos están conectados, por lo que emociones y pensamientos entran en contacto y se relacionan unas con otros. De este modo se sitúa en contra del dualismo y a favor de la unidad de la experiencia humana. Por ello, Carol Gilligan argumenta que lo que Kholberg consideraba una limitación en el desarrollo moral de las mujeres, esto es, su preocupación por los sentimientos y por las relaciones, así como el desarrollo de una inteligencia emocional, además de la inteligencia racional, resulta ser una ventaja para la humanidad.

Como humanos somos seres receptivos y relacionales, nacemos con una voz que nos permite una comunicación especial y el deseo de vivir en relación con otros seres humanos. Así, en nuestra propia conformación disponemos de los requisitos para el amor y para la ciudadanía. Por eso la destrucción de la confianza que amenaza nuestra capacidad de amar y vivir en sociedad es un daño moral.

La ética del cuidado nos guía para actuar en el mundo humano y resalta el precio de la falta de cuidado, no poner atención, no escuchar, estar ausente, no responder con integridad y respeto.

Pero esta visión ética de lo que es la vida buena para un ser humano es una elección libre y sólo puede surgir del diálogo en la educación.

Ante la importancia, indudable, de los principios universales, los derechos humanos individuales y la justicia, la ética del cuidado complementa enfatizando la importancia del contexto, la interdependencia, las relaciones y las responsabilidades concretas hacia las otras personas

De la misma manera que la ética del cuidado, la ética de la compasión considera insuficiente el planteamiento de una ética universalista, como la Ilustrada y propone una ética concreta, basada en la relación con el otro, que es mi prójimo.

En el planteamiento moderno de los derechos humanos, de la dignidad, de la tolerancia, no aparece nunca el tú, aquello que hace a cada uno de los seres humanos único e irrepetible, irreductible al concepto de “humanidad”. El Tú es lo que conforma la singularidad de cada cual y que podríamos designar como “prójimo”.

Horkheimer pone a la compasión como el punto de partida de la reflexión ética, como el núcleo de su crítica a la ética idealista para la construcción de una ética materialista. Critica a la ética racionalista y propone el sentimiento moral que se dirige al otro, no por lo que tiene de poderoso, sino por sus necesidades que abren el camino a la esperanza de lograr la felicidad. Es pues amoroso y solidario acercamiento al otro que brota de la experiencia del sufrimiento y de la esperanza de la felicidad. Este sentimiento moral es la compasión y tiene una vertiente política.

Ann Sharp hablaba de la compasión como “simpatía inteligente” y, para ella es un requisito de la educación moral que despierta la consciencia ética y el cuidado por los otros y por el medio ambiente en el que todos vivimos. Una educación tal debería ser holística: tanto de las emociones como de la inteligencia.  Esta simpatía inteligente promueve un interés activo por todos los seres sintientes, un amor que crece e incluye a los otros desarrollando el sentido de la obligación moral.

En el plano social la única relación posible es la solidaridad entendida como una actualización de la exigencia de dignidad; es precisamente esta solidaridad la que da a la filosofía moral su carácter de ética política, ya que implica una referencia a la acción para lograr que el otro acceda a la dignidad que le pertenece.

 La responsabilidad se vincula con la compasión. Es a través de ella como admitimos que somos responsables, aún por lo que no hemos hecho personalmente, y que remediar la injusticia es un deber insoslayable.  De este modo se entiende la responsabilidad como constitutiva del sujeto moral.

Para Horkheimer el anhelo de justicia se liga a la solidaridad con las víctimas, con todos los seres que sufren.

Al sentimiento moral [de la compasión] “le parece que todos los seres vivientes tendrían un derecho a la felicidad y no pregunta en lo más mínimo por su justificación o fundamentación”.

No debemos olvidar que la compasión no es sólo un sentimiento, sino que está mediada por la razón, es decir, hay razones que apoyan ese sentimiento moral y hay obligación moral de evitar el sufrimiento y aún de tratar de remediarlo.

El impulso moral básico se expresa en la rebelión contra el sufrimiento y en la compasión con los que sufren. Se despierta así el deseo de eliminar la injusticia.

Este impulso moral no puede ser absorbido por la razón, pero no es un impulso ciego; se explica y se entiende a partir de las razones de su sufrimiento en el suelo mismo de la historia: la experiencia del sufrimiento que trunca el anhelo de felicidad, la exigencia de justicia.

El origen de la moral está así en la solidaridad básica con los que son dignos de felicidad, pero están excluidos de ella. Es un sentimiento moral volcado hacia los otros y hacia el futuro: hacia la realización de la felicidad para todos. Por ello es razón solidaria con las víctimas de la irracionalidad de la razón dominante.

 Aquí es donde la compasión se revela como la clave de la moralidad; es la experiencia del sufrimiento la que nos permite entrar en la moralidad. Si respondemos al sufrimiento del otro llegamos a ser sujetos morales.

La reflexión guiada por la ética de la compasión puede ayudar a los niños a comprender que somos parte de un mundo de relaciones en las que el desequilibrio puede causar problemas de difícil solución. Al enfatizar la compasión despertamos la comprensión de la hermandad humana con todos los seres vivos y con el planeta en el que habitamos todos.

Vivimos en un mundo en el que se acrecienta la violencia, en palabras de Marcuse, el instinto de muerte va prevaleciendo sobre la vida, por ello es necesario replantear el pensamiento moral. Necesitamos cada vez con mayor urgencia una ética que coadyuve a reducir la violencia en nuestro mundo, entendido éste como no sólo nuestra sociedad sino además como nuestro medio ambiente, nuestro ecosistema.  La educación moral en el cuidado y en la compasión es un imperativo de nuestro tiempo

 

¿Por qué es un imperativo mostrar compasión ante el sufrimiento del otro? Porque el otro tiene la capacidad de ser feliz. Y por tanto lo merece. Si hay un ser sensible frente a mí, capaz de mostrar intereses propios entonces ese ser -sin importar ya su especie- es un ser que puede ser feliz. Los seres sintientes entonces, somos todos parte de una posible comunidad feliz.

La compasión, entonces, es un impulso para actuar frente al sufrimiento. Tanto un sentimiento moral como una comprensión racional de que es posible vivir en un mundo mejor, un mundo con mayor felicidad. En este sentido, la compasión no es sólo una empatía con el prójimo sino un imperativo a la acción: no se es verdaderamente compasivo de manera pasiva: Sólo mediante la verdadera agencia moral podemos alcanzarla.

 

Podemos pensar entonces, que una sociedad moralmente deseable, una sociedad cuyo sistema moral sea un ideal a seguir, debe incluir la compasión como un imperativo central, poner límites a la compasión es abrir espacios para la crueldad.

 De acuerdo con Ann Sharp, en una comunidad de investigación filosófica, los niños pueden experimentar un compromiso creciente con una sociedad cuyas políticas pueden ser capaces de cuestionar y someter a la investigación crítica. Ann Sharp pensaba que los niños pueden llegar a ser avezados críticos sociales. De este modo desarrollan también el cuidado por lo que pasa, no sólo en su ámbito personal y social, sino en otros grupos sociales que sufren por políticas e instituciones injustas. En una comunidad tal, la compasión que se desarrolla incluye un compromiso a la acción que pueda aliviar el sufrimiento de otros para lograr un mundo más justo.

bottom of page